miércoles, 7 de junio de 2017

Camino de Santiago en bicicleta desde LEON - Tercera etapa - Proseguimos el camino





Nos despertamos temprano y nos encontramos que llovía bastante, joder, nos tocó volver a cambiarnos y prepararnos para afrontar la lluvia, desayunamos, revisamos nuestras bicis y a partir de aquí empezó un descenso hasta Molinaseca que fue un subidon, 15 km. de bajada a toda velocidad, arriesgando con la lluvia y el suelo mojado, sin necesidad de pedalear. En Molinaseca en el río Meruelo, de aguas incontaminadas, discurre por debajo del puente de siete arcos. La calle Real jalonada de casonas blasonadas le concede un aire de antigüedad y señorío. La iglesia parroquial sobre un altozano y el santuario de Nuestra Señora de las Angustias protegen la actividad de sus gentes.
Fuimos a Ponferrada y desayunamos justo enfrente del Castillo de los Templarios, magnificas vistas. Tomamos fuerza y empezamos a cruzar Ponferrada, Nos encontramos con muchas Avenidas cortadas con Vallas imposible de cruzarlas ya que eran los campeonatos de ciclismo, tuvimos que preguntar a un agente local, el cual muy amable nos indico por donde continuar para salir del pueblo e ir por el camino correcto.

De Ponferrada a Villafranca del Bierzo fue algo pesado, seguía lloviendo, los últimos 5 km. de duras subidas, el peso de las alforjas y el cansancio en las piernas nos empezaban a afectar. Suerte que en los lugares más inesperados encontrabas a alguien que te vendía refrescos y fruta y te daba un respiro al cuerpo para poder continuar el camino.

Llegamos a Villafranca del Bierzo, contemplamos la Iglesia de Santiago de Villafranca, había muchos autobuses del mundial de ciclismo, parece ser que se alojaban en el pueblo algún equipo ciclista. Por el camino nos entramos a un matrimonio extranjero con su hijo que iba trasportado con una especie de remolque empujado con su propia cintura, puuf como acabaría. La lluvia sigue intermitentemente, empezamos a tener hambre y decidimos comer en Herrerías. Que suerte tuvimos, unos paisajes impresionantes, buena comida y sobretodo relax. El tiempo nos dio una pequeña tregua, pero pequeña. Seguimos subiendo cada vez mas, se hacía duro, íbamos mojados, hacia frío pero nuestro punto de llegada era el O Cebreiro. Seguíamos subiendo, el tiempo daba pequeños descansos, el paisaje era fascinante, era en todo momento escuchar tu propio corazón y el sonido rural como es escuachar el mugir de las vacas. A media tarde pasamos por La Laguna y nos salio al paso el posadero, nos informaba que debido al mal tiempo en O Cebreiro todos los albergues estaban completos, por lo tanto, Álvaro siguió su instinto y decimos que lo mejor era quedarnos en la Laguna. Menos mal. Yo ya empezaba a desinflarme y perder las pocas fuerzas que me quedaban.

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